“Como
tengo mucho tiempo dando clases,… me doy cuenta de lo poco o mal
leída que está la novela venezolana, mucho peor que la poesía…
entonces vuelvo a leerla (Ifigenia) y me encuentro con una
rosa fresca, húmeda, extraordinaria, totalmente conmovedora y
hermosa, llena, además, de metáforas, que por cierto, no es lo más
común en la novela venezolana. Y me encuentro una gran novela, una
cosa extraordinaria…
El
propósito (de recordar los 90 años de escrita) era y sigue siendo,
recordar que Venezuela ha existido antes y seguirá existiendo pase
lo que pase, y que Venezuela tiene muy profundamente anclados grandes
referencias literarias, grandes referencias intelectuales que siguen
con una inmensa vigencia y, en el caso de Ifigenia, es una
novela que podemos leer, no solamente dentro de Venezuela, puede
leerse en cualquier parte…
He
traído a aquí, una cita que expresa muy cabalmente el espíritu con
que está escrito Ifigenia y es del capítulo donde ella narra
cuando va llegando a Caracas: “La ciudad parecía
agobiada por la montaña, agobiada por los aleros, agobiada por los
hilos del teléfono, que pasaban bajos, inmutables, rayando con un
sinfin de hebras el azul vivo del cielo y el gris indefinido de unos
montes que se asomaban a lo lejos sobre algunos tejados y por entre
todas las bocacalles. Y como si los hilos no fuesen suficientes, los
postes del teléfono abrían también importunamente sus brazos, y,
fingiendo cruces en un calvario larguísimo, se extendían uno tras
otro, hasta perderse allá, en los más remotos confines de la
perspectiva.”…
El
agobio no es ni la montaña, fuente de maravillas, ni los aleros, que
lo que dan es un poco de sombra, ni mucho menos los cables… que son
como ella misma lo dice: “apenas una telaraña”. Es evidente que
el agobio es otro, que el agobio –creo yo– es la dictadura, el
agobio es el gomecismo.
…
Yo me identifiqué completamente en la experiencia del autoritarismo,
la experiencia del autoritarismo es totalmente intransferible, a
nosotros que nos ha tocado empezar un ciclo otra vez con un país
castigado… por eso Ifigenia es una novela epistolar…
Yo
creo que Ifigenia se trata de dos cosas: del agobio del
autoritarismo y de una sociedad que tiende a victimizarse… el
punto de un escritor es cómo aborda sus temas, el punto es cómo le
entra a los conflictos… yo creo que la manera de representar a
Teresa de la Parra y a Ifigenia es cómo vive, cómo
experimenta la vivencia cotidiana del autoritarismo. No me parece
que sea de alguien que le da rodeos a un tema, para nada.
Una
de las grandezas de los escritores monumentales consiste en captar el
instante en disolución, ese instante en que una sociedad está
mutando de tiempo, en que está dejando de ser una cosa para
convertirse en otra. Y narrarlo con esta precisión, casi del
todólogo, y hacerlo, a la vez, con esa inmensa gracia… Es una
novela sobre el instante en que la sociedad va a cambiar… viene un
mundo nuevo…”
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