NARRADOR: Vamos a presentarles, debidamente escenificados, algunos refranes muy criollos, que usted debe reconocer apenas termine la pausa musical. De tener una inteligencia común y corriente deberá acertar la mitad de ellos; de identificarlos a todos antes de que termine la música es usted un talento que merece altos destinos; de no reconocer ninguno, o usted es musiú o es más tapado que un bombillo. Vamos con el primero: Un cachicamo o armadillo, con gran diligencia, abre un hueco en la tierra mientras una lapa gorda y lustrosa lo contempla desde el río, donde se está dando el gran baño:
(Ruidos que puede hacer un pequeño animal cavando. De inmediato, sonido propio del chapuceo.)
lapa: ¿Qué está haciendo, señor Cachicamo, que lo veo tan afanoso haciendo huecos, con este calorón que está haciendo? ¿Por qué no viene mejor a darse un baño? Está rica el agua... ¡Métase pa que vea...!
CACHICAMO: No puedo, señora Lapa. Pienso en mi porvenir. Estoy haciendo mi casa. Y usted debería estar haciendo lo mismo, en vez de estar como una misma vaga bañándose en el río, a esta hora, y en día laboral.
(Chapuceo.)
lapa: (Carcajada burlona) Hay que ver que usted es bien zoquete. ¡Pensando que con su trabajo va a llegar a alguna parte! Pobre no le gana a rico sino halando escardilla. Más le vale una buena conexión con el gobierno que estar como peón de fábrica.
(Ruido de excavación.)
cachicamo: (Severo) No estoy de acuerdo con usted. El trabajo dignifica. Venga para que vea qué buena me ha quedado mi casa.
(Chapuceo.)
lapa: De verdad que le quedó bien buena. ¿Me deja pasar? Se ve lo más confortable.
cachicamo: (Orgulloso) ¡Cómo no, mi estimada amiga! ¡Pase usted...!
(Cuerpo que se arrastra en tierra.)
lapa: (En segundo plano, desde un túnel) ¡Bien buena que le quedó! ¿Pero, usted sabe cómo es la cosa?
cachicamo: Diga usted, señora Lapa.
lapa: ¡Que he decidido quedarme con su casa!
cachicamo: Pero, ¿está usted loca, amiga mía? ¿Lo dirá usted en juego, no es verdad?
lapa: ¿En juego? Míreme no más los colmillos. O se larga ahora mismo o va a ver que su caparacho no sirve para nada. El mundo es de los valientes, como dijo Garujo. (Elevando la voz) ¡Váyase ahora mismo!
(Carreritas del cachicamo. Paso normal.)
cachicamo: (Resignado) Tanto trabajar para que venga otro y se aproveche.
(Pausa musical.)
NARRADOR: (Alegre) ¿Cómo se llama este refrán?
Dúo: Cachicamo trabaja pa'lapa.
NARRADOR: Muy bien. Muy bien; veamos otro... (Pausa). Había una vez un perro manso que se metió a arriero; las cosas iban de lo mejor hasta que un burro negro hablando por sus compañeros le dijo:
burro negro: (Luego de rebuznar) Hoy no podemos trabajar.
perro: (Luego de ladrar) ¿Cómo que no pueden trabajar? Si tenemos que llevar al pueblo toda esta leña.
burro negro: (Luego de rebuznar) Es que tenemos reumatismo. Mírame las patas. Apenas puedo mantenerme en pie.
perro: Sí, es verdad. ¡Pobrecito!
burro negro: (Rebuznando) Y así estamos todos.
perro: Bueno, qué se le va a hacer. Descansen hasta que se pongan buenos.
NARRADOR: Pero pasó un mes y pasó otro y los burros, aunque se veían fuertes y saludables, decían que a causa del reumatismo todavía no podían andar. El perro, que era un buenazo, no se atrevía a decirles a los burros lo que pensaba de su absentismo laboral. Ya estaba a punto de quebrar cuando el Lechuzo, que era muy sabido en neurosis de renta, le dio un consejo:
lechuzo: Háblate con tío Tigre y dile que te pegue tres ronquidos para que tú veas cómo se componen tus burros. Él cobra quince bolívares por rugido..., pero vale la pena.
NARRADOR: El Perro siguió el consejo y firmó contrato:
(Tres rugidos de tigre, seguido de varios rebuznos.)
burro negro: (Luego de rebuznar. Nervioso) ¡Vámonos, tío perro! Estamos listos para partir cuando tú quieras. (Rebuzno)
perro: (Burlón) ¡Ah! ¿No y que estaban enfermos de reumatismo?
(Nuevo rugido.)
burro negro: (Muy nervioso y caracoleando) Estábamos, pero ya estamos bien, ya se nos quitó el reumatismo... (Tembloroso) Vámonos, ya...
(Pausa musical.)
NARRADOR: ¡A ver, a ver! ¿Quién adivina este refrán?
Voz 1: Yo sé, yo sé... Espérese un momento...
NARRADOR: Apúrese, que pasa el tiempo.
Voz 1: ¡Donde ronca tigre no hay burro con reumatismo!
NARRADOR: ¡Muy bien, muy bien! ¡Lo felicito, amigo... Vamos con el tercero! (Pausa) En la escenificación que vamos a presentar hay tres refranes juntos... Pongan cuidado. La Guacamaya, esposa del Loro Real, celebra aquel día su cumpleaños. Hay música y muy buen obsequio. (Música popular en primer plano, que sigue como trasfondo en tercero). Están presentes todas las aves: la Paraulata, el Cristofué, el Turpial de brillante plumaje, la Garza toda de blanco y muy elegante. Hay dos notas discordantes en el evento: la rasca que tiene el Gallo y los modales y sucio aspecto del Zamuro. La Guacamaya le dice a su marido, el Loro:
guacamaya: (Molesta) ¡Carrizo, con el Gallo! ¡Siempre borracho! Y si es el Zamuro, no se diga. Mírame qué modales... En vez de sentarse a comer, come y baila... (Alarmada). ¡Mírame cómo le ensució el vestido a la Pava Real, con el tripero que carga...! ¡Ah, bicho mal educado! ¿Por qué no vas y le dices que si va a comer se siente a la mesa, como un caballero, y que después baile?
loro: Porque yo sé lo que me va a responder.
guacamaya: ¿Y qué te puede decir?
loro: Que ésos son sus modos y que a él le gusta comer así.
guacamaya: Pásale entonces el Alpiste Romanoff o mejor el de Beluga... a ver si deja esa vulgaridad de estar comiendo tripas mientras baila. Yo entre tanto le voy a llevar estos dulces al Gallo, a ver si come algo y se le pasa la rasca.
(Aumenta el volumen de la música popular un momento y luego baja al nivel anterior.)
NARRADOR: Ya uno de los refranes está dicho. Atiendan ahora, pues vienen los otros dos.
(Rastrilleo de una pareja al bailar, entremezclado con palabras sueltas.)
zamuro: (Con la boca llena) ¡Urpia, Dolores! ¡Pero qué bien baila, señora Pava!
loro: Párate un momento, Zamuro, para que pruebes este exquisito alpiste y suelta esa tripa.
zamuro: Paso, mi viejo, yo no como alpiste... (Sigue el rastrilleo) Siga el baile, señora Pava... ¡Urpia, Dolores! (Música sube)
guacamaya: ¡Deje la bebedera de aguardiente, señor Gallo! ¡Tome y cómase estos coquitos que están de lo más sabrosos!
gallo: (Ebrio) ¿Coquitos? ¡Zape, misiá, borracho no come de eso...! (Hipido) Yo lo que necesito es otro trago...
(Pausa musical.)
NARRADOR: Vamos a ver, ¿quién adivina los tres refranes?
(Murmullo.)
NARRADOR: Son refranes muy filosóficos, que hablan de las particularidades de cada quién. Déjenme ayudarlos, piensen un poquito. Afirman que cada quien tiene su estilo y que no deben extrañarnos ciertos usos por malos que sean.
(Murmullo de los concursantes.)
NARRADOR: Bueno, el tiempo se acaba... Zamuro y Gallo, díganlo ya:
zamuro: Que zamuro no come alpiste.
gallo: Ni borracho come dulce.
(Música popular.)
zamuro: (Con la boca llena) Y que zamuro come bailando. ¡Urpia, Dolores! ¡Déle a esos pies, doña Pava y olvídese del tripero, que lo que no mata engorda!
AUTOR: Nuestro refranero, al igual que el de todos los pueblos acuña, en breves afirmaciones, sentencias de gran agudeza psicológica, generadas muchas de ellas siglos atrás. Si hacemos una lista de los refranes venezolanos vigentes nos llama la atención cómo buena parte de ellos son de típico corte rural, tal si el tiempo no hubiese pasado y en vez de las urbes industriales de nuestro tiempo, siguiese viva la Venezuela campesina y precapitalista de cincuenta años atrás. Es una prueba más de que las actitudes y creencias de la gente no varían sustancialmente de la noche a la mañana. Todavía tiene sentido el viejo refrán que Guzmán Blanco le recordó a su esposa cuando las cosas se le fueron poniendo feas en política:
guzmán: Vámonos, Ana Teresa, que las gallinas están cantando como gallos.
AUTOR: O aquel que dice, refiriéndose al débil, víctima de la injusticia:
Voz 1: Le cogieron la vega para potrero.
AUTOR: O estos otros:
(Dichos con rapidez.)
Voz 1: El camino del zoquete huele a melón.
Voz 2: Mapurite sabe a quién perfuma.
Voz 3: Estos son tiempos en que mono no carga a su hijo.
Voz 1: Perro que come manteca...
(Atropellados.)
Voz 2: Chivo que voltea se esnuca.
Voz 3: Ojo'e garza que cigarrón atora.
Etiquetas: Según Herrera Luque
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